El dichoso sentimiento de culpa…

Desde que soy madre el sentimiento de culpa siempre me acecha. Es como una sombra siempre alerta para aparecer en cuanto ve la más mínima oportunidad. Casi siempre intento luchar contra él y con el tiempo y algo de perspectiva consigo ver las cosas de otra manera pero reconozco que cuando llega, duele y molesta.
Cuando mi hija mayor tenía días y yo andaba «luchando» como buena primeriza con la lactancia materna para conseguir que ella alcanzase los tres kilos de peso sin ningún refuerzo de biberón el sentimiento de culpa apareció. Ese fue su primer acercamemiento, sin tregua, en plena revolución hormonal sin respetar a nada ni a nadie. No pudo elegir peor momento, me atosigaba y me hacía pensar que algo tenía que estar haciendo mal, sí o sí. Por suerte todo salió bien, lo conseguimos y el sentimiento de culpa con el tiempo de esfumó, de la misma forma que vino.

Más adelante cuando mi mayor empezó el colegio y su retraso en el habla se hizo más evidente, el sentimiento de culpa volvió, volvió sin avisar. A mi hija le costó adaptarse al cole de mayores, no era capaz de comunicarse bien con sus compañeros y el primer año de cole fue difícil para ella. Llegaron las rabietas porque a veces no eramos capaces de entenderla, algo muy difícil de gestionar, y entonces el sentimiento de culpa, mezclado con la impotencia y la desesperación, me hicieron preguntarme muchas cosas y volver a cuestionarme sin parar. ¿Por qué no lo hemos detectado antes? ¿Por qué no somos capaces de ayudarla? ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Lo podíamos haber evitado?

A finales de 2013, la cosa se complicó. La niña cogió su primera otitis una otitis eterna que duró meses, sin que apenas nos percatáramos de lo que estaba padeciendo. Y entonces el sentimiento de culpa se incrementó. Nunca se quejaba de los oídos y en casa no habíamos detectado nada y tenía mermada su audición en un 40 por ciento. ¿Cómo no nos dimos cuenta? ¿Como no fuimos capaces de ver lo que le estaba ocurriendo? Por suerte la solución fue muy rápida, fue operada con urgencia para colocarla unos drenajes y desde ese momento todo cambió.

Con paciencia tras la operación y muchas sesiones de logopeda las dificultades desaparecieron y ella comenzó a ser otra. La felicidad de haberlo conseguido y la distancia hicieron que ese maldito sentimiento de culpa desapareciese. Me dejo tranquila. 

Hace algunas semanas con los celos, el sentiento de culpa volvió otra vez a la carga. Ya os conté que la maternidad no es siempre un camino de rosas y muchas veces pesa, y tanto que pesa. Estuve y aún estoy inmersa en un mar de dudas e intentado salir de este «bache». Con conversaciones para ayudarla a entender los nuevos sentimientos que la abordan e intentando darle herramientas para gestionarlos y saber vivir con ellos. Pero aún así todo son dudas… ¿Lo estaremos haciendo bien? ¿Por que no hemos sabido verlo antes? ¿Como hemos llegado hasta aquí? ¿Podíamos haberlo evitado? Después de un par de semanas luchando, y con algo de distancia, ese sentimiento comienza a flojear, me da algo de tregua y confío en que pronto, de nuevo, se esconderá. 
Supongo que el sentimiento de culpa es parte de la maternidad, nadie dijo que ser madre fuese fácil. Supongo que no soy la primera madre a la que le atormentan un montón de preguntas y dudas con relativa frecuencia. A veces el afán por sobreprotegerles (mira que intento no hacerlo) nos lleva a culparnos por cosas que les ocurren y que quizás no sea tan malo que les ocurran. Hablo pensando en alto. Quizás lo que tengo que hacer es aprender a vivir con este sentimiento, sin obsesionarme, sin atormentarme, dejando que entre y salga a su antojo…

4 Replies to “El dichoso sentimiento de culpa…”

  1. A todas nos pasa alguna vez, no es fácil ser madre, nunca sabes si lo estás haciendo del todo bien pero luego, con el paso del tiempo y en la mayoría de los casos, ves en lo que se han convertido y ese sentimiento de culpa se transforma en un sentimiento de orgullo.
    Mucho ánimo y a seguir luchando!!
    Besito!!

  2. Completamente de acuerdo contigo Carmen. No es facil pero el tiempo y la distancia te hacen ver las cosas de otra manera. Muchas gracias por pasarte y por tus ánimos. ¡En ello estamos! ¡Un beso!

  3. ¿Sabes qué? yo no soy experta en la maternidad, pero el famoso manual para ser madre no existe porque es imposible escribirlo, y mira que ha habido intentos de muchos tipos. Ser madre implica ser persona, y cada persona es un mundo con sus historias y su personalidad, con sus debilidades y sus fortalezas, con sus claros y sus dudas… somos imperfectas como personas y como madres, y eso hace que nos culpemos de lo que no sale perfecto. Hay rachas y las rachas pasan.

    Las preocupaciones siempre van a ir de la mano de tus hijas, pero lo importante es que estés ahí, que les ayudes, que les tiendas la mano, que les apoyes, que les quieras, que les comprendas… siempre como mejor sepas… y tú, por lo que te conozco, sabes un rato. ¡Muac!

  4. El sentimiento de culpa es muy puñetero y siempre aparece cuando estamos más débiles y vulnerables. Pero ya tienes la experiencia de que, aguantando un poco, se supera. Siempre has hecho las cosas del mejor modo que has creído, así que de sentimiento de culpa ¡NADA!

    Un besazo

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