Fin de una etapa

Como ya os adelanté hace unos días, estamos inmersos en un tiempo de cambios. Hoy se termina el curso, último día de clases, del tercer año de cole para la mayor y el primer año para la peque. La mayor cierra un ciclo, el año que viene empezará primaria, y justo ayer lo celebramos con la fiesta de graduación en el cole. ¡Un día precioso cargado de emociones!

Sentimientos a flor de piel, como os podréis imaginar. Quienes me conocen saben que soy una persona llorona, no me cuesta nada expresar mis sentimientos, pero… ¿hay algo de malo en eso? Ayer disfruté, viví cada segundo como si fuese el último y lloré sin reparo, disfrutando cada lágrima de emoción, felicidad y alegría. Disfruté viendo a mi niña contenta porque su día había llegado. Disfrute viéndola bailar y cantar con todos sus compis de clase en el escenario. Disfruté viéndola féliz y nerviosa al recoger su diploma. Disfruté oyéndola con el micro decir su parte del discurso, después de sus muchas dificultades y un trabajo largo y tedioso con el logopeda. Disfruté viéndola disfrutar a ella.

¡Enhorabuena princesa! Pero hazme un favor, porfi, intenta crecer más despacio. Creces tan rápido que a veces me da hasta vértigo. Recuerdo como si fuera ayer tu primer día de cole, tu cara de emoción por descubrir quiénes iban a ser tus compañeros de clase. Y, en un pis pas, han pasado ya tres años y al año que viene ya irás al pabellón amarillo, ¡al pabellón de los mayores! Te has hecho mayor de golpe, has aprendido un montón de cosas y, aunque sigues siendo la misma, tres años después eres otra. La misma pero distinta.

Quiero que vivamos un verano pausado para disfrutar de cada momento y de cada instante, como si fuese el último. Un verano para desconectar y descansar, lleno de juegos y anécdotas. Un verano en el que deben primar los momentos y las risas. Un verano en el que vamos a disfrutar a tope, que nos lo hemos ganado. ¡A por ello princesa!

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